Las nuevas bonanzas del capitalismo y las luchas por la tierra

DE FORDLANDIA A BIÓPOLIS
La región amazónica, ese tercio del territorio suramericano, regresa a la mira del capitalismo. Un siglo atrás el boom industrial con la vulcanización del caucho transformó la selva en campos de explotación y exterminio de las comunidades indígenas.

Alirio Duque
Colectivo Somos Semillas
Red Plataforma Rural

RED vivalarevolucion

Como testimonio de la crueldad podemos recordar el informe de Roger Casement al Parlamento Inglés. Más conocido como el Libro Azul, publicado en 1912, relató la barbarie de la Casa Arana que catalogó como “genocidio”. Según sus cálculos, en un periodo de doce años fueron asesinados entre treinta y cuarenta mil indígenas, además de la aplicación de crueles métodos de tortura y vejámenes que pudo testimoniar. Un informe similar ya había sido escrito por este irlandés en 1904 sobre la tiranía impuesta por Leopoldo II en el Congo también por la explotación del caucho1.
Sin embargo, la crueldad de las bonanzas no tiene fronteras ni época. El etnocidio protagonizado en el Putumayo por Julio César Arana fue ejecutado también en el río Ucayali por William Fizcarrald en la Amazonía peruana2.
Para entonces la bonanza del caucho fue la responsable de la aparición de ciudades amazónicas como Manaos en Brasil o Iquitos en Perú. Allí se concentraron las nuevas “burguesías amazónicas” al mejor estilo europeo.
La idea de “civilización” siguió siendo una obsesión para magnates como Henry Ford a quien el gobierno brasileño le cedió cerca de un millón de hectáreas para que construyera el nuevo paraíso Fordista en medio de la selva con la idea de importar el “sueño americano” representado por su sistema de producción a gran escala: “De 1927 a 1945, año en que le cedió su parcela al gobierno brasileño, Ford gastó decenas de millones de dólares para construir dos ciudades al estilo estadounidense en plena selva, dado que la primera fue abandonada luego que un paraíso vegetal destruyera la plantación”3.
Han sido muchos los intentos por domesticar las selvas, sobre todo en Brasil, que posee cerca del 60% de la región Amazónica y depende de su explotación para el aumento del crecimiento económico. A ello se le suma la necesidad del control político y militar de la región y su influencia a nivel nacional. La instauración del régimen militar de 1964 a 1984 permitió el auge del neoliberalismo y el surgimiento del “milagro brasilero”, basado en métodos de industrialización a gran escala de los recursos naturales.
Fordlandia fue tragada por la manigua pero el “sueño americano” se hizo realidad con la declaración de la zona franca de Manaos a finales de los 60. En el corazón de la selva, a orillas de un mar de agua dulce formado por el encuentro de los ríos Solimoes y Negro, se instaló el mayor “supermercado” de productos electrónicos en Brasil. La capital del Estado Amazonas, de cerca de 1.500.000 km2, “vio aumentar su población de 200.000 habitantes a mediados de los 60 a los tres millones de hoy”. Esta capital amazónica representa “el 6 % de la producción industrial de Brasil, adosa a unos 100.000 empleos”4.
En la actualidad, Manaos alberga cerca de 450 industrias dedicadas a la producción de electrodomésticos, piezas electrónicas, ensambles de carros y motos. Fue allí donde, por citar tan sólo dos ejemplos, Harley Davidson abrió en 1999 su primera fábrica en el exterior y Gillette instaló la mayor planta en Sudamérica5.
No es gratuito que la zona franca de Manaos esté invadida por fábricas de electrodomésticos y piezas electrónicas ya que la fabricación de un chip requiere grandes cantidades de agua. Se calcula que una planta fabricante de chips consume 7 millones de litros de agua al día6.
Una de las mayores fuentes de agua es la Amazonía que además alberga las zonas de mayor biodiversidad del planeta. El Parque Yasuní, en la Amazonía ecuatoriana, es la zona de mayor diversidad por metro cuadrado del mundo, se calcula que tiene más especies de árboles y arbustos que en todo Norteamérica.
Es fácil concluir entonces que las bonanzas del capitalismo se han sustentado siempre en la biodiversidad y la riqueza ecológica que guardan los biocorredores geográficos en todo el planeta.
El sueño fordista parece reciclarse a través de las ciudades futuristas que empiezan a ser diseñadas en Latinoamérica. Dos casos recientes nos ilustran el nuevo salto en la explotación de los recursos naturales hacia el biocomercio: la Ciudad Modelo que impulsa con fuerza el gobierno de Porfirio Lobo en Honduras que busca convertir a este país en el nuevo Hong Kong centroamericano. En palabras del presidente del Congreso Juan Orlando Hernández: “Es como una maquila ampliada a un nivel mucho mayor, con los beneficios de empleo y atracción de inversiones, pero extendida a beneficios sociales y económicos adicionales, es como vivir el sueño americano en Honduras”7.
Otro caso similar a la Ciudad Modelo es el diseño y divulgación de Biópolis, la ciudad futurista que promociona la Vicepresidencia de la República de Colombia, a través del video Colombia 2025 (http://www.youtube.com/watch?v=HB1aFYjzm6Q). El eje de este modelo de desarrollo se basa en la explotación de la biodiversidad, en “la industria de la creatividad” y las energías alternativas. Biópolis está proyectada para ser puesta en marcha en el 2012 y se planea que para el 2015 será firmado un convenio con un consorcio internacional para la construcción de una “Ecociudad Sostenible en la Alta Orinoquía”, que tenga capacidad para un millón de habitantes en la cual se instalarían Centros de Investigación de las universidades de Michigan, Oxford y MIT.
Con la excusa de la biodiversidad se promueven ahora ciudades “modelos de desarrollo” para cuya implementación se requiere el mantenimiento de un control político-militar suficiente que permita resguardar “la confianza inversionista” de los capitales transnacionales. Existe una relación directa entre la hegemonía política y el monopolio de la fuerza con la instauración de modelos neoliberales de libre mercado.
En el caso de Brasil, el “milagro económico” llegó a partir de la instauración de la dictadura militar. El Cono Sur fue también víctima de este tipo de regímenes y de la instalación del modelo neoliberal y del agronegocio como receta a seguir. Sin el exterminio de la oposición y del movimiento campesino, el avance de este modelo no hubiera sido posible en tan corto tiempo.
Ahora estos modelos se promueven en países como Honduras, que sufrió un golpe militar en el 2009 y mantiene altos niveles de represión contra los movimientos sociales que reivindican la soberanía nacional. Igualmente en Colombia, que luego de décadas de autoritarismo en el marco de una democracia restringida y aparente y ocho años de fuerte represión contra los movimientos sociales en la era Uribe (despojo de tierras, desplazamiento de más de tres millones de habitantes a las ciudades e innumerables casos de ejecuciones extrajudiciales, violaciones a los derechos humanos, persecución a la oposición política y social, así como la cooptación de los poderes públicos por parte del paramilitarismo, así como la falsa desmovilización de combatientes paramilitares) hoy se encuentra en una periodo “de transición hacia la democracia” representada por la “cara amable” de Juan Manuel Santos.
Las reformas constitucionales para romper las barreras arancelarias al libre cambio ya están dadas. Se han firmado Tratados de Libre Comercio con Europa, Suiza, Corea, Turquía y Estados Unidos. Las condiciones están dadas para que operen “Las Locomotoras del Desarrollo” del actual gobierno, en especial las del sector minero–energético, siendo el oro una de las mayores fiebres de los nuevos colonialistas; de los proyectos de infraestructura y de agroindustria.
Este tipo de modelos fueron implementados en Brasil. La explotación de Sierra Pelada por la Compañía del Valle del Río Dulce mostró la crueldad a la que se puede llegar en la carrera de la explotación de los recursos naturales. Cerca de 13,9 toneladas fueron extraídas en 1983, por ejemplo.
La construcción del Centro de Biotecnología del Amazonas en 2007, en Manaos, con una inversión cercana a los 39 millones de dólares para la explotación de plantas medicinales, aromáticas y cosméticos lo reafirma. Ello sin contar los cientos de megaproyectos agroindustriales, hidroeléctricos y mineros que aún se encuentran en proyección por medio de la Iniciativa para la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA)8. Para el caso de Brasil, Ribeirão Preto es considerada la capital del “agronegocio”.
Es evidente que el modelo agroindustrial, minero–energético y bioindustrial que se proyecta sobre Colombia corresponde a la implementación del modelo económico instaurado en otros países del continente.
Y aunque el pensamiento único se instala sobre el planeta, cada pueblo tiene su historia y sus raíces yacen en la multiculturalidad y diversidad de pensamiento en nuestro continente, pese a la colonización española, británica, francesa y portuguesa. En la medida en que las contradicciones sociales, económicas y políticas se agudicen surgirán movimientos sociales más sólidos y preparados para los nuevos retos de la historia. Este es el caso del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil.
El control mental, espiritual, alimentario, medicinal, cultural y económico nos lleva a pensar que estamos invadidos por dentro. Por eso el movimiento zapatista dice: “el primer territorio a liberar es la mente”. Es un proceso de liberación que empieza por casa. Por el sujeto, su familia, su entorno hasta el surgimiento de movimientos sociales como lo plantea Isabel Rauber:
Las luchas obreras y populares de conjunto derivaron en un gigantesco proceso, local y global de reacción ante las nuevas realidades creadas por el capital. A su calor fueron surgiendo nuevas formas de resistencias junto con los nuevos actores sociales que los protagonizaron, anuncia la gestación de un nuevo sujeto histórico en lucha contra el neoliberalismo, en busca de su liberación9.
Este nuevo sujeto, en el caso de Brasil, surgió nuevamente de la lucha por la reforma agraria; reivindicada por los movimientos campesinos que fueron exterminados durante la dictadura militar. Pero las contradicciones sociales, cada vez más fuertes con el neoliberalismo, hicieron que resurgieran como el Ave Fénix, de las cenizas.
El Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) presenta el siguiente contexto general para su nacimiento: aumento brusco de la concentración de la tierra y del creciente número de trabajadores rurales sin tierra; reducción de las alternativas que pudieran mejorar esta situación que desencadenaba inseguridad y miseria entre una población acostumbrada a vivir con cierto nivel de estabilidad; influencia de las pastorales progresistas de varias iglesias y el proceso de democratización que vivía entonces el país. Este fue el marco en el que nacieron, lenta pero decididamente, iniciativas espontáneas de ocupaciones de tierra. Así se fue constituyendo la base social que cimentó al MST10.
Como lo analizamos anteriormente, cada pueblo tiene su propio contexto histórico-político. En el caso de Colombia es particular y único en América Latina. Nunca ha tenido una dictadura abierta y su fachada precisamente es “la democracia más antigua”. Aunque la tierra está en los orígenes del conflicto armado contemporáneo y en las luchas indígenas desde la invasión europea en todo el continente.
Pero a diferencia de otros países latinoamericanos, la guerra interna continúa y su degradación también. La contrarreforma agraria desatada con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948 fue profundizada con el surgimiento del narcotráfico y los nuevos ejércitos contrainsurgentes, paralelos a las estructuras legales del Estado.
El exterminio contra sectores sociales y partidos de oposición se incrementó en los últimos años producto de la guerra interna que a sangre y fuego se disputa los territorios de fronteras agrícolas, es decir, territorios de comunidades indígenas, negras y campesinas. A tal punto que ya no se puede hablar en Colombia de “reforma agraria” por ser considerado una reivindicación de los grupos “terroristas”. Con este calificativo se estigmatiza a los movimientos sociales y la contrarreforma agraria continúa su consolidación con el despojo de tierras por parte de grupos armados, legales e ilegales, al servicio de corporaciones transnacionales, de redes del narcotráfico, de intereses políticos y económicos regionales y de élites nacionales.
Al punto de retroceder en los avances logrados por los movimientos campesinos en la recuperación de tierras en los 70, como fue el caso de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) en Córdoba y Urabá. Precisamente uno de los territorios donde el paramilitarismo desplegó su primer piloto fue en esta región y actualmente se están legalizando las fincas despojadas a los campesinos que en un momento hicieron parte de este movimiento11.
A esto se suma la diversidad cultural y geográfica del país, que marca un contexto particular, depende del departamento. Si es zona de colonización reciente o no. Si es en la región Andina, el Caribe, la Orinoquía, el Chocó o la Amazonía. Las experiencias de lucha y resistencia en el territorio son diversas, así no sean actualmente visibles.
Todos estos factores configuran un escenario posible de lucha agraria ante el avance de las contradicciones socioeconómicas derivadas de la instauración del dominio político, militar, económico, cultural, social y espiritual en Colombia.
A este reto es el que nos enfrentamos y debemos analizar muy bien la experiencia acumulada, dependiendo de la zona en que nos encontremos.

NOTAS

1 REVERTE Javier. El Río de la Desolación: un viaje por el Amazonas. P.p 169 – 172. Barcelona. Ediciones De Bolsillo. 2006.

2 Ibídem. Pp 81 – 97.

3  Le Monde Diplomatique N° 103. El Imperio en la Amazonía.

4  Ibídem. Página 15.

5  Ibíd.

6  Material informático y contaminación medioambiental. Página 5. http://www.xtec.es/~acastan/textoS/Contaminacion%20y%20material%20informatico.pdf.

7  Experto impulsa la creación de Ciudad Modelo en Honduras. http://www.latribuna.hn/2011/01/05/experto-impulsa-creacion-de-ciudad-modelo-en-honduras/

8  El IIRSA es un proyecto de integración regional por medio de puertos multimodales que permitan la realización de megaproyectos de infraestructura que permitan la circulación de las mercancías que serán explotadas en las diferentes regiones. Este proyecto fue lanzado por el entonces presidente del Banco Mundial Enrique Iglesias en la ciudad de Brasilia en el año 2000 y fue firmado por todos los presidentes suramericanos, incluidos algunos de izquierda como Hugo Chávez. Este proyecto, junto con el Plan Puebla-Panamá son las actuales “arterias abiertas de América Latina”. El IIRSA “prevé la ejecución de 507 grandes obras en 20 años, con una inversión total estimada de 70.000 millones de dólares. De estos, según Paulina, 21.200 millones de dólares ya están siendo invertidos en 145 proyectos”. Se calcula que el eje amazonas tendrá una participación en el PIB de 95.000 millones de dólares (El Eje Amazonas del IIRSA y la Integración Regional Sudamericana: Oportunidades para el Desarrollo, el comercio y la cooperación – CAF).

9  RAUBER Isabel: Sujetos Políticos: rumbos estratégicos y tareas actuales de los movimientos sociales y políticos en América Latina. Página 107. Bogotá, ediciones Desde Abajo, enero de 2006.

10  HARNECKER Marta. Sin Tierra: construyendo movimiento social. Página 33. Ediciones Ezequiel Zamora. Caracas, 2006.

11  Para mayor información pueden consultar el artículo de Ricardo Vargas Mesa “El Reordenamiento violento de territorios: el Caso de Montes de María”. http://razonpublica.com/index.php/econom-y-sociedad-temas-29/2457-el-reordenamiento-violento-de-territorios-el-caso-de-montes-de-maria.html

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